Por cosas del azar, entre mis clientes se encontraba uno de los hombres más ricos y poderosos de un país Latinoamericano, su nombre era Ignacio y como parte de mi labor, tuve que reunirme con él para darle feedback sobre los resultados que arrojaba una herramienta de evaluación acerca de su personalidad. Me recibió en una hermosa y amplia oficina, de grandes ventanas de vidrio con una vista envidiable, abstraída de lo cotidiano, como si fuera el olimpo de los dioses; cuando entré estaba concentrado revisando varios documentos detrás de su escritorio, luciendo un traje impecable con una corbata que hacía juego con su camisa, lo que a todas luces indicaba su éxito. Sus empleados se dirigían a él con una mezcla de temor y reverencia, y no era para menos, este hombre conducía el destino de uno de los conglomerados más importantes de américa del sur, y desde su posición podía cambiar la vida de cualquiera cuyas acciones no estuvieran acorde con su visión.
A pesar de tener reputación de ser un hombre duro y soberbio, se dirigió a mí con mucha amabilidad y me ofreció algo para tomar. Me preguntó si tenía inconveniente con que encendiera un cigarrillo y le dije que prefería que no lo hiciera, puesto que me molestaba el humo, y aunque guardó sus finísimos cigarros de buena gana, pude advertir en su mirada que no estaba acostumbrado a ser contrariado. Eso se hizo mucho más evidente cuando comenzamos a revisar los resultados de su análisis, pues su cara se transformó cuando comencé a señalar algunos de los principales retos de comportamiento; los resultados eran claros, su prepotencia y estilo de liderazgo autocrático estaban impactando desfavorablemente a su equipo de trabajo y en consecuencia a la organización. Recibió mis comentarios con una amable tensión y de pronto soltó una pregunta que me cambiaría la vida: ¿Y ahora cómo vas a ayudarme a mejorar todo esto?
La cuestión me tomó por sorpresa, y mi mente tomó el carril rápido de la autopista del miedo ¿Cómo podía ayudar a este hombre, si no contaba con el conocimiento ni las herramientas necesarias? ¿Realmente tenía las capacidades para asumir este reto? ¿Era lo suficientemente buena? En medio de esta espiral de dudas, lo único que acerté a decir fue: No sé, pero si me das un tiempo, te hago una propuesta para ayudarte a ser un mejor líder para tu gente. Para mí esta situación fue el disparador de un futuro que nunca había considerado, y por medio del cual descubrí mi verdadera pasión; pero no fue una elección fácil, podía haber encontrado mil excusas para no aprovechar esta oferta y seguir enfrascada en mi rol de víctima, esclavizada por mi drama y rechazar la oportunidad diciendo que no estaba preparada, pero de no haber aceptado el reto y enfrentado lo desconocido, no me habría convertido en la persona que soy ahora.
Jimena Fajardo Maldonado
Master Certified Coach ICF
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